La relación entre los
periodistas de redacción y los de gabinetes de prensa debe ser ante todo
cordial. Es fundamental comprender que no son figuras antagónicas sino
complementarias: unos necesitan del trabajo de los otros y viceversa, en la
misma medida y proporción. Una relación saludable entre ambos beneficia a ambas
partes por igual: de un lado, el periodista de redacción que necesita
entrevistas, información oficial, etc. necesitará del de gabinete y, cuanto más
cuidado esté ese vínculo, mejor podrá desarrollar su trabajo, mayor preferencia
tendrá, etc. En la otra cara de la moneda, el periodista de gabinete precisa de
los compañeros de redacción, para que su empresa o institución aparezca en los
medios, para que su versión sea escuchada, para que su trabajo tenga sentido, a
fin de cuentas.
El vínculo necesario y mutuo
no significa, sin embargo, que no existan ciertos límites que deban permanecer.
El colegueo, en especial en el periodismo, es siempre desaconsejable, porque
puede contaminarse la información. El periodista de redacción debe tener
siempre claro que no es un instrumento de marketing, sino un investigador: la
verdad, la objetividad y la honestidad deben prevalecer en sus investigaciones.
Por otro lado, el de gabinete siempre tendrá presente que trabaja por el bien
de una empresa o institución, y sus informaciones siempre tratarán de dejar en
buen lugar a la misma, y en todo caso, suavizar las crisis que pueda ocasionar
la publicación de noticias negativas.
En este sentido, ambas
figuras pueden parecer antagónicas. Sin embargo, el concepto no es acertado.
Los límites entre uno y otro deben permanecer, pero siempre desde una
colaboración permanente y una relación sana: no son competidores, ni enemigos,
son compañeros de profesión en distinta cara de una misma moneda.